Traspasado dolor del alma
que no puedes profanar la línea,
silencioso y rasgado límite
al que sólo queda poder contemplarte.
Desde el solitario taller de la mente
donde, con materiales derrotados, esculpo
los detalles sublimes de tu rostro
y el paisaje tabú de tus labios,
en busca del subversivo amor,
modelado de senderismo y cal.
Dímelo fuente, tú que oyes al peregrino.
¿Por qué despiertas la angustia
que oculto al abrigo de mi sed?
El milagro de la creación,
muestra más, el espíritu de tu cuerpo,
que su atea naturaleza.
Extraña belleza en tu literaria mirada,
encubierto cómplice del éxtasis.
A veces, no me importaría
carecer de pecados por ti,
teoría mística del universo inconformista;
como una nihilista Grecia desmemoriada,
es esta tragedia personal sin retorno
en guerra con la vecinal conciencia.
Hoy, atravieso los bifurcados caminos,
junto a los seres mágicos de libres emociones,
regando con gotas de tinieblas los recuerdos.
Las jábegas tiemblan con tu partida al amanecer,
sutil navegar de las sugerentes sábanas
que silenciosas te ausentan por mares olvidados.
José Luis Pegüi
Publicado en el nº 3
de la "Colección Variaciones"
14 de Diciembre de 2004
sábado, 20 de octubre de 2007
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