Bajo la sombra maternal
de una buena encina,
un madroño creció,
llenando de frutos rojos
la verde cuesta otoñal
Dulce y ácida bola
que ensartan en hilera,
pregonada en las calles
de una ciudad cualquiera.
Recuerdo de mi niñez,
de mi madre que adora
madroños, brevas y moras.
¡Tú, árbol de mi vejez!
Joaquín Delgado
Poema publicado en el nº 10
de la Colección "Variaciones"
16 de Febrero de 2007
jueves, 9 de agosto de 2007
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