Viento de otoño que sacudes,
pálidas, las hojas de mi memoria.
Huracán que me desnudas y exhibes cruel
el espejismo de mis recuerdos.
Mira este cuerpo ajado:
mis manos rígidas, inmóviles;
de alambre, mis dedos.
Soy áspera estatua de verrugosa piel.
Mi ser despojado de su mentira inalcanzable.
¡Como si nada hubiera vivido!
¿Y mis hojas? ¿Fueron mías alguna vez?
Olvidar tu existencia es imposible.
Perece mi nombre bajo el tuyo.
Y aunque es mi deseo quien te invoca
ya sólo queda vivir las horas muertas.
Y silbando una risa me respondes:
— ¡Pobre árbol! ¿Por qué te lamentas?
No hay fruto que dure dos tiempos.
Si creyeras en mí…
Soy la muerte y la vida en un instante;
la verdad de tu recuerdo;
el silencio que anhelas.
Sólo a mí me debes
tu soledad tan digna.
Ana García
Poema publicado en el nº 11
de la Colección "Variaciones"
18 de Junio de 2007
jueves, 9 de agosto de 2007
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