como un muérdago dorado
que lo toma todo sin dar nada,
salvo la pretenciosa rama
de su propia, inútil leyenda.
Y el roble soporta esto callado,
sin reproche, enfado o queja,
fiel a si mismo, pese al invierno
que le puede inexorable y le cerca,
que hiela sus raíces poco a poco,
hasta que llegue el fin inevitable
y el verde no vuelva a vestir,
y se cierre el círculo de la naturaleza…
Mas, el muérdago, yo, prendido,
espera por su parte, la hoz de oro
que le separe de su generoso huésped
que le redima en lo sagrado eterno,
conciente de que su tiempo es vacío,
que el valor de su metáfora es inútil
y, que sólo la savia pura es vida.
Salvador Vida
Poema publicado en el nº 10
de la Colección "Variaciones"
16 de Febrero de 2007
No hay comentarios:
Publicar un comentario