
Su padre le había explicado
que las penas se arrojan al río
y el agua se las lleva
como si el destino del mar fuera
acumular las penas de todos.
Frente a su transcurrir,
entre colores opacos,
sólo podía arrojar la tristeza
pero no era posible pues, ocurrida la vida,
formaba parte de él.
Se quedó recordando los pasteles de merengue
y la sabiduría nítida de mamá Roma.
Alfredo Rubio
Poema publicado en el nº 6
de la Colección "Variaciones"
29 de Septiembre de 2005
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