martes, 17 de julio de 2007

LA LUZ

No tiene dueño.
Todo era oscuridad,
ella marcaba el tiempo:
oscuro objetivo.
El arco iris, enamorado
de los colores de la tierra,
se transformó en destellos,
regalándonos risas y luminosidad.
En un pacto suave
se repartieron en dos mundos.
Emergió el día,
en evocación la noche.

Ana María Palomo

Poema publicado en el nº 11

de la Colección "Variaciones"

18 de Junio de 2007




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