Te cedí el paso
y perdí tu cara un instante,
vi la risa de tu cintura,
tu ropa labrada,
tu retirada.
Fui tras de ti embriagado
como el que nace.
Sin pensar.
Ahora que no estás,
se me van las líneas
abriendo miradas.
Con mano náufraga
navego sin querer
en un mar sin orilla.
Se me va la marea a la proa
contra poniente y levante.
Siento tu caricia transparente.
Oigo el compás de tu aliento,
la carne en un puño,
un horizonte de caracolas.
Aprieto.
Levo ancla con sólo soñarte,
mar gruesa, mar gorda,
mar que va a la playa,
sube, baja, resaca.
El viento acaricia, eleva,
levanta la ola límite,
firme, esbelta, imparable.
Tanta fuerza se rompe
como mil manos abiertas,
revienta,
relaja,
derrama
espuma.
La tarde se vuelve noche,
se torna calma.
Gonzalo Ruiz Benítez
Poema publicado en el nº 4
de la Colección "Variaciones"
30 de Marzo de 2005
lunes, 26 de noviembre de 2007
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